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Un viaje al universo Ghibli

Las emociones a través de la animación

Foto de Pompoko
Foto del castillo vagabundo en una colina

Studio Ghibli nos ha regalado algunas de las mejores aventuras anime de todos los tiempos gracias a títulos como 'El viaje de Chihiro' (ganadora del Oscar), 'El cuento de la princesa Kaguya', 'La princesa Mononoke', 'Mi vecino Totoro' y más. Lo cierto es que es difícil quedarse solo con unas pocas para mencionar porque su catálogo (disponible al completo entre las películas de Netflix) está repleto de auténticas joyas, pero aquí haremos el esfuerzo: elaboramos un listado de las películas de Studio Ghibli, para que no te pierdas las joyas con más importantes.

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La obras más premiadas

Gif de Ponio

La película más aclamada del Studio Ghibli y la única que se alzó con el Oscar a Mejor Largometraje de Animación. Algo, ciertamente, incomprensible visto su catálogo. Miyazaki se inspiró en ‘Alicia en el país de las maravillas’ para realizar la que, muy probablemente, sea su obra maestra. Sin embargo, aunque conozcas la obra de Carroll, el japonés se lleva a los personajes a su terreno, creando un balneario repleto de criaturas únicas, cada una más asombrosa que la anterior. La única pega de esta obra magistral es que te hace desear conocer más mitos y leyendas japonesas para captar todas las referencias. Pero ‘El viaje de Chihiro’, sobre todo, es un cuento sobre la codicia humana, la valentía que implica crecer y la valía de la libertad en un mundo opresor. Por el camino nos deja espíritus, dragones y personajes para soñar durante años.

La obra más reconocidas

Gif el-castillo-ambulante

Aunque lo más visible de la calidad de una animación son el detalle y belleza de los fondos, nada como fijarse en los personajes para valorarla. Si alguien duda de que Miyazaki es el gran animador de nuestro tiempo, puede descubrir su error fijándose en cualquier de los personajes que protagonizan esta difusa historia sobre maldiciones y malditos. Una de ellas es Sophie, una joven condenada a tener la apariencia de un anciana pero, en cuya expresividad, mirada, carácter y movimientos, se refleja su identidad juvenil. El otro es el propio castillo que da nombre a la cinta, todo un personaje convertido en una flotante isleta metálica cuya capacidad, no ya para moverse, sino para transformarse por completo, es un juego y una continua exhibición animada. Adaptación de la novela de Diana Wynne Jones, ‘El castillo ambulante’ es la película más típicamente mágica de Miyazaki. Una historia de magos, reinos, brujas y hechizos que romper .

Gif de nicky-la-aprendiz-de-bruja-

Como toda historia de Miyazaki, el paso a la maduración personal de una joven es el punto central de esta historia, por mucho que Nicky sea, como el título adelanta, una bruja. Adaptación del libro de Eiko Kadona, la historia nos lleva a un mundo donde cada pueblo tiene una bruja local. Una tradición que empieza a flojear debido a la falta de ellas. La protagonista, recién cumplidos los trece años, debe encontrar sola su población y hacer valer sus habilidades. El problema es que llega a una gran ciudad que se preocupa poco por magia. El talento de Nicky es volar por lo que pondrá un negocio de mensajería. Por el camino, Nicky descubrirá la pintura, el egoísmo infantil, la naturaleza y el asombro. Nosotros lo haremos de su lado en una de las películas más desenfadadas y apacibles de Miyazaki. Eso sí, hay un viaje en bici voladora y un clímax final que ya lo querría igual cualquier obra de acción actual.

La princesa mononoke

La película más larga de Miyazaki es también su historia más densa y poblada. Cuenta la historia de un joven, al que maldice un demonio, que viajará a una zona en guerra entre humanos y naturaleza para salvar su vida. Más que nunca, Miyazaki afronta su vertiente más ecologista, reviviendo a los dioses del bosque de los mitos japoneses y mezclándolos con una de sus heroínas más carismáticas, la niña lobo que da nombre a la película. Pero no menos fascinante es la aldea de fabricantes del hierro, gobernada por un matriarcado de exprostitutas y con tecnología fabricada por leprosos. Todo es rico, imaginativo y sorprendente en el cuento de mayor contenido bélico y violento de Miyazaki. Pero si algo brilla sobre todo es la capacidad del japonés para reflejar la oscuridad del mundo manteniendo siempre la pasión por la vida. Así lo refleja una de las frases más conocidas de la película: “La vida es sufrimiento y dificultades, el mundo y el hombre están malditos, pero aun así insistimos en vivir”

Ponio

Si Miyazaki realizó con ‘La princesa Mononoke’ su gran batalla "naturaleza vs humanidad", esta es la versión de Takahata. Y lo cierto es que es, a la vez, mucho más realista y también increíblemente disparatada. Los mapaches japoneses, cuentan las leyendas, son capaces de transformarse para engañar a los que se adentran en los bosques. Con esa premisa, y también la de sus enormes escrotos (sí, con dos grandes bolsas testiculares se les representa popularmente), Takahata nos narra la lucha de la secreta sociedad mapache por proteger su bosque de la construcción de una Tokio en constante crecimiento. Para ello, dominarán el arte de la transformación sin más límite que la creatividad de la animación del estudio. Los mapaches se convertirán en todo tipo de elementos, desde otros animales a fantasmas gigantes, sin olvidar a los seres humanos, para conseguir su objetivo. Al contrario que Miyazaki, cuyas obras son muy similares entre sí, Takahata sorprende buscando nuevos tonos, géneros e imaginarios visuales en cada película que emprende. ‘Pompoko’ y sus mapaches transformistas quizás formen la película más imaginativa, por cantidad y variedad de ideas, de todo Ghibli.

Ponio

Como ‘Mi vecino Totoro’, ‘Ponyo en el acantilado’ nos vuelve a traer al Miyazaki más infantil. Pero que esto no suene negativo, como el clásico por excelencia del estudio, la historia de Sosuke y Ponyo es un recital de imaginación y aventura. Pocos cineastas en el mundo saben narrar con la sencillez, la capacidad de síntesis y limpieza del japonés. Aquí reinventa la sirenita, dejando poco más que dos niños jugando. Apartando a un lado los líos cursis entre príncipes y princesas, Miyazaki se centra en el verdadero corazón de la historia, la convivencia entre los dos mundos que separan a los protagonistas. Mientras que superan la distancia que los separa, ver a Ponyo correr sobre las olas a toda velocidad bien merece resucitar al niño que deberíamos seguir llevando dentro.

Mi vecino Totoro

Si hay una película que simbolice al Studio Ghibli es esta. Historia corta, sencilla, fluida y encantadora que cuenta la aventura de dos niñas acostumbrándose a su nuevo hogar mientras su madre está hospitalizada. De nuevo, nos encontramos con el paisaje rural como fuente de belleza y misterio, pero si hay algo que destaca de esta película es su diseño de dos personajes. Las niñas, que aún tienen la bendita capacidad infantil de creer en la magia, son capaces de ver e interactuar con Totoro, el rey del bosque. Las interacciones con la mítica criatura son fuente de gags tan impresionantes como el de la lluvia en la parada de autobús, todo un derroche de tempo cómico. Pero tampoco nos podemos olvidar del Gatobús, una criatura fascinante que nos recuerda al felino de 'Alicia en el País de las maravillas', adaptado como transporte público. Aunque podríamos nombrar varias en este grupo ‘Mi vecino Totoro’ es la mejor película infantil de Ghibli, en el mejor sentido de la palabra. Es fresca, sencilla y su dramatismo siempre guarda un toque divertido. Pero tranquilos, que si queremos buscar profundidad y grandes lecciones vitales en los ronquidos de Tororo, las encontraremos.

Hayao Miyazaki

Hayao

Ghibli nos ha hecho volar a todos durante décadas. Su máxima exigencia artística, su apuesta por mantener la creación artesanal de la animación (lo digital solo puede alcanzar un 10% de la cinta), y su rechazo a crear secuelas o convertir sus éxitos en sagas sacacuartos les ha convertido en el mejor estudio de animación de las últimas décadas. Cuesta imaginar cómo veríamos y apreciaríamos en Argentina en general sin sus excepcionales trabajos, que tiraron todas las barreras geográficas a base de una maestría, oficio, arte y emoción universal. Sin Miyazaki, Takahata y sus compañeros no nos cabe duda de que el panorama del anime sería muy diferente. Incluso nos extrañaría ver la cantidad de series anime que tiene Netflix o las que se encuentran entre las mejores series anime en Amazon Prime Video si Ghibli no hubiese hecho crecer a ya más de una generación con la animación japonesa. Sin Miyazaki quizás no existiría la plataforma especializada en anime Crunchyroll. Hablamos de obras únicas, para todo tipo de público, repletas de grandes enseñanzas sin forzar lo políticamente correcto, ecologistas, feministas y, por encima de todo, apasionantes, así es el cine del Studio Ghibli.